El síndrome del impostor del guionista

¿Alguna vez, si es que has logrado trabajar en algo relacionado con el guión, has tenido la sensación de que eras un impostor, de que no eras bueno y en cualquier momento te iban a pillar y te iban a despedir?

Tranquilo/a, nos pasa a todos. Incluso a los guionistas más reputados, esos de los que todos conocen sus nombres.

Y, déjame decirte una cosa, si no te ha pasado nunca es cuando es verdaderamente preocupante. Porque quizás te has instalado en una confianza excesiva, en un mundo ficticio en el que todo lo haces bien y es entonces cuando bajas tu nivel de autoexigencia.

Pero el síndrome del impostor se puede afrontar de dos maneras. La primera es rindiéndose, abandonando el barco, dedicándote a otra cosa, aceptando que nunca vas a ser bueno, ni aceptable, ni siquiera mediocre. Y la segunda es trabajar duro, rescribir, repensarlo todo para asegurarte de que haces las cosas bien.

Sin dudarlo, esta segunda opción es la acertada. Porque la de rendirte no la debes ni contemplar. No debes autosabotearte.

 

No debes someterte a presión por el miedo al qué dirán o pensarán los demás, es demasiado fuerte y te bloquea. Debes recuperar la seguridad en ti mismo a base de trabajo.

Ese miedo a que salga un espectador, otro guionista o un jefe de la nada y te señale con el dedo. A que alguien te diga que no eres lo suficiente buen guionista.

Eso es el síndrome del impostor.

  • Siempre tienes la sensación de que no eres lo suficiente bueno.
  • Siempre hay alguien que lo hace mejor que tú.
  • Siempre crees que necesitas formarte más antes de empezar.

Todo el rato es un autosabotaje continuo… porque te da miedo que te acusen de vendehúmos.

Pero… ¿lo eres? ¿Eres un mal guionista realmente? ¿Nunca llegarás a ser bueno realmente?

¿Y si hay alguien que verdaderamente lo hace? ¿Qué te señala con el dedo? ¿Que te dice que eres malo?

Lo más seguro es que no hayas analizado racionalmente quiénes son estas personas y por qué las catalogan así.

Por eso, quiero ver contigo cuáles son los rasgos de esta gente para que puedas comparar.

¿Cuántos guiones han escrito ellos? Y si es verdad que han escrito guiones… ¿Cuántos de ellos se han rodado? Y si se ha rodado alguno… ¿cuántos de ellos tuvieron buenas críticas? Y si tuvo buenas críticas… ¿tuvo éxito? Y si tuvo éxito… ¿tuvo buenas críticas? Como ves, éste es un arte eternamente subjetivo, donde mi opinión puede valer más que la tuya porque tengo más experiencia, pero… ¿quién dice que por eso es mejor?

Por otro lado, habrá alguien que te considere un impostor realmente. Esto es difícil de aceptar y al principio te dolerá.

Habrá personas críticas con tu trabajo, a quien no le gusten tus diálogos o tus giros, quienes consideran que solo hay una manera de hacer las cosas, la de ellos.

La realidad es que como figura visible que firmas tus guiones, aunque tú te esfuerces en ser un gran profesional y te esmeres en escribir los mejores guiones, para muchos habrás llegado ahí por suerte.

Ya sabes cómo somos los latinos: nos encanta criticar. Y si los que te consideran un impostor son algunos de tus compañeros o algún que otro directivo, tienes dos opciones: tratar de convencerlo de lo contrario o buscar vender tus guiones en otros lugares. Es imposible gustar a todos. Vivimos en una industria subjetiva. Cuanto antes lo aceptes mejor. Porque en este mundo tenemos que tener la piel muy gruesa o no sobreviviremos.

Aunque es lógico y comprensible que no le caigas bien a todo el mundo, la crítica fácil y el veneno es la forma más cómoda de actuar de algunas personas en la vida.

No mires a todos estos agujeros negros y fíjate en las estrellas que te acompañan en el camino. Son haters, dales lo que se merecen: indiferencia. Pasa de ellos.

¿Qué puedes hacer para no ser un impostor de verdad?

Ten claro tu objetivo: contar una historia de la manera en que emocione lo máximo posible. A partir de ahí, utiliza todas las técnicas de guión que has ido aprendiendo. Trabájalo hasta que funcione, hasta que tenga la mejor versión posible desde tu punto de vista.

Por otro lado, sé honesto. Déjate claro a ti mismo que no lo sabes todo. Que un guionista ha de estar en constante formación, no solo escribiendo y trabajando con compañeros, sino también con cursos de guión, talleres, clases magistrales.

Escribir es aprender.