
02 Dic Las razones por las que nacen las películas
Por LUIS MURILLO MORENO
Al utilizar el plural del título, “las razones”, es posible que algún lector haya arrugado el entrecejo y, mentalmente, se haya preguntado si pueden existir más motivaciones que las del lucro, es decir, la de buscar un taquillazo y ganar dinero.
Pues sí, las hay. Y muchas.
Y conviene que las conozcan los creativos porque no basta con tener una buena sinopsis o un guion cojonudo para que un productor se decida a poner en marcha el complejo mecanismo de rodar una peli. Además de lo anterior, en el noventa por ciento de los casos suelen concurrir circunstancias que nada tienen que ver con el séptimo arte.
He aquí algunas de ellas extraídas de mi experiencia personal tras dos decenas de largometrajes escritos, y también de lo vivido por otros colegas en el oficio de contar historias.

Cuando la protagonista es la amante del productor.
1.- SENTIMENTALES
El director o el productor tienen una novia, una amante o una nueva compañera sentimental que sueña con ser actriz y, ¡zás!, se le ocurre una idea genial para una peli protagonizada por la joven en cuestión que, seguro, será un bombazo en taquilla.
¡Ay, cuantas y cuantas películas han nacido entre las sábanas de un motel!
Esto prueba que el sexo es una de las mayores fuentes de creatividad que existen. Motivo por el cual, productores y directores necesitan ser sexualmente muy activos.
Pero seamos objetivos, las esposas oficiales también son fuentes de inspiración. Y magníficas actrices muchas de ellas. Protagonizan o coprotagonizan todas las pelis de sus maridos.
En estos casos, aviso a guionistas, si en el guion no hay un papel a la medida de la legítima, mejor “no meneallo.
Estos motivos sentimentales, huelga recordarlo, se han dado, se dan y se darán en todas las latitudes. Desde Hollywood a la Marca Hispánica.
2.- SUEÑOS DE ACTOR
Papá rico e hijo-a con ínfulas de actor-actriz. Pues nada, si el niño-a se empeña, el papá habla con un director y le dice que, si tiene un buen personaje para el chaval-a, se convierte en productor.
Obviamente, el director tiene un “guionazo” con personaje que le viene al chiquito-a que “ni pintado”.
En este caso, tengo una experiencia directa. Un guion mío, titulado “Tres Días de Noviembre”, dirigido por León Klimovsky, se convierte en película porque el productor, Heinrich Strarhemberger, hijo de un conde alemán, quería ser actor bajo el nombre de Henry Gregor. Y nada mejor para ello que poner la “pasta”.
Por cierto, Tres días de noviembre quedó una película muy estimable. No hace mucho me encontré con una crítica que, creo, le hace justicia.
3.- LA FAMOSITIS
Este apartado es típicamente carpetovetónico.
El origen de numerosas cintas españolas radica en la fama de unos determinados personajes. Los avispados productores, basándose en la teoría publicitaria de los prescriptores conocidos, no dudaban en contratarlos para protagonizar una película o varias.
El hecho de poner como cabecera del affiche a alguien lanzado al olimpo de la fama por la prensa, la radio o la televisión era un cebo casi infalible para la taquilla. Esta es la razón por la que en nuestra cinematografía existen numerosas películas protagonizadas por toreros, cantantes, humoristas, etc.
Prueba de ello es la saga de Parchís, el grupo musical-infantil que dio pie a cuatro cintas que se inició con La Guerra de los Niños.
Esta práctica antes era muy habitual en el cine español. Pero aún no se ha perdido del todo en nuestros días. Uno de los atractivos de la serie Torrente radica en los cameos de los numerosos personajes conocidos que aparecen en las diversas entregas.
4.- LOS EXITOS EXTRANJEROS
También pertenece a la historia de nuestro cine la producción de películas aprovechando la estela de éxitos extranjeros. Por ejemplo, el triunfo de El Padrino en tierras hispánicas dio lugar a El padrino y sus ahijadas y Le llamaban la madrina. De En busca del arca perdida a En busca del huevo perdido. De Romeo y Julieta a No somos ni Romeo ni Julieta. Etc.
En este apartado, tengo la experiencia de un director, concretamente Javier Aguirre, que viendo el éxito de El Exorcista, y con el respaldo de un productor, me encargó urgentemente un guion para aprovechar la gran publicidad de la citada cinta de William Friedkin. En pocos días escribí El niño que vio El Exorcista, guion que no llegó a filmarse por razones que ahora no recuerdo.
En la actualidad, esta imitación de los éxitos extranjeros se ha trasladado a las series de ficción televisiva. En cuanto una triunfa en USA, escasos meses después aparece una de similar tendencia en las cadenas españolas. Por ejemplo, Orange is the new Black ha inspirado Vis a Vis.
FINAL
De todo lo anterior, aunque pertenezca en su mayoría al pleistoceno de nuestra cinematografía, podemos sacar algunas enseñanzas de tipo pragmático. Al menos, yo tengo clara la siguiente:
A la hora de dedicar unas cuentas semanas o meses a escribir un guion, si no es por un encargo concreto, conviene que el citado guion tengo algo más que una buena historia, una buena estructura y unos buenos diálogos. Me estoy refiriendo a que posea un “gancho”, llamémosle comercial. Algo que por su actualidad encienda la lucecita del “negocio” en el magín del productor.
¿Cuál puede ser ese gancho…?
¿Una peli protagonizada por Belén Esteban y Pablo Iglesias…? Tal vez, aunque sólo podría hacerla Ozores. Pero, desgraciadamente, don Mariano ya se ha retirado.
Sigamos buscando.