
26 May La gran polémica de a quién se le ocurren las ideas
Todos los creativos queremos que cuándo tenemos una idea sea reconocida como nuestra, ya sea cuando estamos en un grupo creativo o a nivel individual. Es un tema complicado porque, a veces, cuando se lanza una idea en un brainstorming, no es lo que se busca, pero sí que sirve como germen para encontrar lo pretendido. En ese caso, la autoría de la idea queda difusa ¿De quién es? ¿Del que lanzó el primer apunte, del que le dio la vuelta o del que la matizó posteriormente? Difícil, ¿verdad?
En este caso, tenemos que darnos cuenta de que cuando trabajamos en un grupo creativo, lo importante, como dicen los jugadores de fútbol, es el equipo, es conseguir éxitos a nivel colectivo, es ganar los partidos y generar, entre todos, ideas y proyectos originales y consistentes.

Cuando tu jefe te roba las ideas
De esto de buscar el reconocimiento no está exento nadie, ni siquiera los directores creativos, los productores ejecutivos o los coordinadores de guión, que son los que han de tomar las decisiones. Es más, muchas veces, su búsqueda de reconocimiento les hace apropiarse de ideas que no son propias. ¿Os ha pasado alguna vez que alguno de vuestros jefes os ha contado algo como si se le hubiera ocurrido a él cuando un rato antes o el día anterior se lo habías contado tú? No os preocupéis, es algo muy común. No todos lo hacen con mala intención, algunos de verdad creen que se les ha ocurrido a ellos. Es la necesidad de autoafirmación de su subconsciente.
Está plenamente demostrado que hasta el jefe más abierto a recibir ideas se enamora más de las suyas propias que de las ajenas. ¿Pero no habíamos quedado en que lo importante era el grupo? Exacto, pero en el grupo también hay jerarquías. Igual que en un equipo de fútbol hay un capitán o un entrenador.
Lo que tenemos que hacer si estamos en un grupo creativo y no somos el capitán o el entrenador, es dejar de lado la autoría de la idea y ser un poco listos. Cuando estés realmente convencido de que algo funciona y de que va a mejorar el producto creativo, el guión, la película o la aplicación, ¿por qué no hacer creer a tu jefe que la idea es suya? En ese caso, será más fácil que la acepte que si le dejas claro que todo ha salido de tu cabeza. Recuerda, lo importante, pese a todo, es el equipo, y cuanto más reconocimiento tenga éste, mayor prestigio tendrás tú.
Poneos una fecha límite para decidiros por una idea
Esto de tener trucos para atribuir la autoría de la idea a tu jefe me recuerda un pequeño debate que se plantea a veces en mi cabeza. Y es lo siguiente: ¿Por qué se opta por una idea y no por otra? Muchas veces se hace por un análisis pormenorizado de la misma, pero muchas otras responde a criterios tan arbitrarios como la fecha límite para entregar un trabajo.
Es muy importante ponerse un plazo sincero con el trabajo que vamos a realizar. Es decir, ni demasiado pronto ni demasiado tarde. Si no tenemos una fecha límite empezamos a divagar y, muchas veces no avanzamos. Otras veces nos ocurre que tenemos tanto tiempo por delante que pensamos tanto que nos pasamos. Es decir, abandonamos ideas que son muy buenas simplemente porque tenemos tiempo para pensar más. Y, directamente, nos quedamos con la última idea de la noche anterior a que finalice el plazo que, precisamente, no suele ser la mejor. Simplemente es la que se nos ha ocurrido sometidos al estrés. Cada proyecto necesita el tiempo justo, ni más ni menos. Y si tiene el tiempo apropiado, no debemos llegar con el agua al cuello al último día. Esa costumbre tan española de estudiar la noche anterior al examen nunca fue buena.
Resumiendo, ¿hay que buscar el reconocimiento personal? Desde luego que sí, pero siempre teniendo claro que lo importante es el grupo. Los de tu equipo creativo no son tontos y saben lo que vales. ¿Te debe importar que tu jefe te robe las ideas? Sí y no. Saca ventaja de ello y cuélale tus ocurrencias. ¿Debes ponerte una fecha límite a tu trabajo si no te la marca el cliente? Desde luego que sí, pero ni muy pronto para no pensar bien las cosas ni demasiado tarde para que te de tiempo a pensar de más.
¡Qué lástima no poder hacerle la prueba del ADN a las ideas para saber qué cerebro las engendró! Habría que tenerlo atado por contrato.