
06 Nov Cómo procrastinar lo menos posible
Te levantas por la mañana. Te preparas el café y te lo llevas directamente a tu escritorio ya que no quieres perder más tiempo para ponerte a trabajar.
Pero llegas a la mesa del ordenador, lo enciendes y lo primero que haces es abrir el navegador y revisar tu correo electrónico. Das un rápido vistazo a los correos y seleccionas los más importantes: uno de tu colega Héctor que te mandas fotos de la tía con la que se enrolló la noche anterior, uno de tu productor en el que te informa de los cambios que quiere que hagas sobre el tratamiento que le enviaste, la newsletter de tu bloguero favorito y un par de ellos de marcas comerciales en los que te ofrecen descuentos que te parecen interesantes. Ya sólo te falta responder un par de emails.
Listo. Ya estás. Sólo has perdido 40 minutos.
40 minutos que se habrían convertido en cinco si sólo hubieras mirado el email del productor.
Pero ya está, ya sí que sí te pones con la primera versión del guión que parece que ha interesado a un productor.
Espera. Un momento. No has mirado las audiencias de la noche anterior. Tienes que estar al tanto de lo que funciona y no funciona si quieres trabajar de guionista. Entonces postergas tu escritura de guión y entras en tú página habitual para ver los datos de los programas y series de la noche anterior.
Pero una vez leído, hay tres o cuatro noticias que te interesan y las lees. De hecho, en alguna de ellas pones algún comentario o incluso te enzarzas con un troll.
Durante la lectura de noticias un pitido te ha alertado de que te han llegado un par de emails más qué, por supuesto, caes en la tentación de leer.
Pero ya está. Ya estás listo. Sólo has perdido 30 minutos más. En total, una hora y veinte minutos.
Ya sí que sí. Te dispones a abrir el documento de guión cuando, de repente, empiezan a sonar pitidos en tu móvil. Uno tras a otro. Miras tu teléfono y en tu grupo de wahstapp de los amigos con los que juegas al fútbol se ha está produciendo un encarnizado debate sobre el Coronavirus: negacionistas contra alarmistas.
Y claro. No puedes evitar la tentación de contestar para dar tu punto de vista.
Y, de paso, perder otros 45 minutos.
Y ya serían 2 horas y cinco minutos.
Sí, y si no lo frenas, esto podría suceder durante el resto del día.
Y no he dicho nada de redes sociales como Facebook, Twitter o Instagram o los que uséis Tik-tok o estéis enganchados a Twitch.

Es lo que se denomina procrastinar, un palabro que viene del inglés “to procrastinate’. Lo que viene siendo lo mismo que hacer el vago. O evitar las tareas que requieren mayor energía intelectual por otras relativamente insulsas y que casi nunca conducen a ningún sitio.
Es uno de los peligros de estar permanentemente conectado a Internet. Aunque, claro está, se puede procrastinar sin Internet. ¿O tú no te quedabas mirando a personas que te atraían sexualmente en la biblioteca de la facultad o en la del barrio cuando tenías que estudiar para los exámenes?
Entonces no lo sabías, pero estabas procrastinando.
La tentación está ahí y es muy fuerte. Pero tienes que ponerle remedio.
Algún cuñado dirá: “Buah, qué fácil, apaga el wifi y ya está”.
Pues sí, es una idea obvia. Pero no es tan fácil. Sobre todo en esta profesión, en la que tenemos que estar conectados, por ejemplo, para documentarnos en Internet.
Usa tus mejores horas para escribir
No, las mejores horas no son 8 horas al día, por mucho que sea lo que dure la jornada habitual para la mayoría de la gente. Tienes que saber identificar cuáles son esas horas dulces, las más creativas, las que mantienen tu capacidad intelectual al 120%.
En mi caso, ya te lo dije cuando hablé de lo importante que es madrugar para un guionista, son las mañanas. Concretamente, de 9.00 a 13.00, justo después de dejar a mi hija en el colegio, la semana que está conmigo.
Pero tú quizá seas nocturno y rindas más después de cenar.
O a lo mejor eres raro y tu mayor creatividad aparece por las tardes.
Te aseguro que yo iba a la facultad por las tardes y a esas horas la creatividad brillaba por su ausencia y apetecía más estar en la cafetería soñando con ser Amenábar que haciendo algo para conseguirlo.
En resumen, tienes que detectar cuáles son tus horas frescas y poner toda la carne en el asador para explotarlas. Esto significa, claro está, olvidarse de las redes sociales y todas las cosas arriba mencionadas.
No significa que sólo trabajes cuatro horas al día, sino que dejes el resto del tiempo para escribir emails de trabajo, hacer networking, escribir artículos periodísticos, editar documentos de venta, leer guiones de otros, ver otras películas y series, etc. Sí, todo eso también es trabajar.
Ponte plazos
A veces son las propias productoras o cadenas las que te ponen los plazos. De hecho, aunque a priori no lo veas, es lo deseable.
Si no lo hacen o el plazo que te ponen es muy largo, es mucho más difícil vencer la tentación de entrar en Twitter o en el cualquier periódico digital.
Por eso, los plazos debes marcártelos tú mismo.
Por ejemplo, puedes obligarte a escribir cinco o siete páginas de guión al día o tener una primera versión en el plazo de un mes. Esto, en el caso de que estés escribiendo un largometraje.
Cada formato, como sabes, requiere sus plazos y sus rutinas.
Y, hablando de rutinas…
Planifica tus días y tu sistema de trabajo
Esto ya te lo he esbozado más arriba cuando hablaba de usar las mejores horas del día.
Debes hacerte un horario para cada actividad necesaria en tu día a día, incluida la parte del procrastineo.
Porque navegar por Internet, leer noticias de prensa, contestar a emails de amigos o utilizar el Whatsapp no es malo en sí mismo. Pero debes marcarte unos tiempos para ello.
Yo, por ejemplo, intento mirar sólo el email a primera hora de la mañana durante 15 minutos. Media hora a las 15.00 después de comer y un rato más a partir de las 19.00 cuando doy por terminada la jornada laboral.
Igualmente es recomendable marcar rutinas para leer blogs de guionistas o hacer cursos online, ya que forma parte de tu formación constante.
Date recompensas
Es decir, márcate pequeños retos u objetivos y, una vez superados o conseguidos, regálate un caramelo.
Por ejemplo, ver un capítulo de una determinada serie, salir a dar un paseo, ir a comprarte un capricho, etc….
De esta manera tendrás más motivación para dedicarte a trabajar y menos será la tentación para perder el tiempo. Esto es porque sabrás que la recompensa por hacer bien el trabajo será mejor que esos momentos de entretenimiento que te proporcionan las redes sociales.

Esconde el móvil
O ponlo en silencio y sin vibración. Los constantes pitidos del Whatsapp, las alertas de las noticias de tus periódicos favoritos o las constantes tentaciones de mirar el correo o ver las fotos que no se quién ha publicado en Instagram no te dejarán trabajar.
Es un verdadero estrés.
Además, el trabajo de guionista requiere de un tiempo de concentración antes de empezar a ser productivo. Si tienes constantes interrupciones te verás obligado a calentar la mente otras tantas veces.
Y así es imposible.
Utiliza auriculares
Si estás en una cafetería o en una oficina mucho más. Pero, aunque estés en casa y solo, te recomiendo utilizarlos.
El ruido es uno de los elementos que más desconciertan a un guionista. Ya sea el de una cafetería, el de una writer´s room o el de la caldera encendiéndose y apagándose. No digamos ya si tienes hijos.
Ponte música relajada que te permita concentrarte en el guión.
Tú sabes perfectamente de qué música se trata.
No es ésa que te hace vivir la canción y ponerte a cantarla.
Ésa no. Y lo sabes.
Totalmente desconectado de Internet
Sí, ya lo sé, ya te lo he dicho antes y es difícil.
En tu casa tienes Internet y, claro, la tentación vive delante de ti todo el tiempo.
Otra táctica es ir a trabajar con tu portátil a cafeterías donde no tengan wifi. Pero… ¿Y si tienes que consultar la Wikipedia, el diccionario de la RAE, buscar un sinónimo o encontrar una noticia relacionada con el guión que estás escribiendo?
Yo utilizo la app Freedom creada por los mismos desarrolladores que otra llamada Anti-Social. Sirve para desconectar durante el tiempo que tú decidas de Internet y da igual lo que intentes que no podrás volverte a conectar hasta que no haya pasado ese tiempo determinado previamente por ti.
Eso sí, al comienzo, tienes la capacidad de elegir unas páginas que sí quieres tener la posibilidad de utilizar. O, dicho al revés, puedes elegir qué webs has de tener prohibido visitar, caso de, por ejemplo, Facebook, Twitter o Gmail.
De esta manera, deberás aprovechar tu libertad para ponerte a trabajar.
Analiza tu produtividad
Una vez hayas dado por terminada tu jornada laboral, debes evaluar si has podido cumplir todo lo que tenías previsto hacer ese día, sí has respetado la rutina que te habías marcado, si apenas has procrastinado.
Si el resultado del análisis es positivo, has de saber que sólo ha sido un partido. Para ganar la liga tienes que hacerlo bien el mayor de número de encuentros posibles.
Si el resultado es negativo tienes que hacer propósito de enmienda, ver en qué has fallado y qué puedes hacer para solucionarlo.