Las vivencias personales marcan cómo abordamos las tramas y por qué las elegimos.

¿Cuánto hay de tu propia vida en tus guiones?

Tú eres una persona que ríe y llora. Inicias historias de amor y las terminas. Tienes dudas existenciales y otras más de andar por casa. A veces pasas apuros económicos y en otros momentos vives picos de buena suerte en el trabajo. Posees sueños, ambiciones, conflictos internos. A veces incluso odias y hasta matarías si en ese momento cierta persona estuviese delante tuya. Menos mal que casi nunca la tienes. Y si no, te controlas. Alguna vez un ser amado te ha abandonado y en otra ocasión has sido “mala persona” y se la has jugado a alguien. Tienes tus obsesiones, tus miedos, tus complejos. En definitiva, eres una persona de carne y hueso con una vida propia. Y también eres guionista. ¿Cómo no empezar a escribir sobre los conflictos que mejor conoces, los tuyos? ¿Cómo no vas a volcar tus vivencias personales en tus guiones?

Y si no son los tuyos, los de tus familiares y amigos, aquellos que prácticamente vives casi en primera persona. O los de personas que conoces y te los cuentan. O también los que lees en los periódicos, pero que en definitiva es más de lo mismo que lo que pasa a tu alrededor.

Una vez asistí a una masterclass de los guionistas y productores ejecutivos de Mad Men, Andre y María Jacquemetton, celebrada en Madrid y salió a colación este asunto. Las tramas de la ya mítica serie protagonizada por John Hamm salían de las vivencias personales de los guionistas que se reunían en la Writers Room, o de sus allegados. Supongo que más de uno pensará que el adulterio en Estados Unidos entre los guionistas está a la orden del día. Y lo cierto es que no le faltará razón.

En ocasiones, contaron los Jacquemetton, alguno de los guionistas se había desahogado llorando por sus desgracias emocionales frente al resto de sus compañeros. Y es normal, teniendo en cuenta que es una serie que basa fundamentalmente sus tramas en las relaciones personales y sentimentales de sus protagonistas.

A los guionistas españoles también nos pasa. Es un trabajo en equipo en el que tienes que poner sobre la mesa argumentos para defender una trama que, a veces sin darte cuenta, son sólo intentos de defenderte a ti mismo en una actitud de tu propia vida. La naturaleza de este trabajo hace que nos desnudemos muchas veces sentimentalmente ante nuestros colegas guionistas. Por eso es muy importante que esos creativos, además de compañeros, sean amigos. Y nos nos quedará más remedio pasando  tantas horas encerrados en una cueva sin ventanas, como ocurre en algunas productoras españolas. Algo parecido a lo que sucede en las salas de guionistas del resto del mundo en español.

Las obsesiones de los guionistas en las tramas

Alguno pensará que las series son un trabajo en equipo y que, por tanto, pierden en cierto modo el apelativo «de autor». Nada más lejos de la realidad. Quizá deberían llamarse series de autores, porque son varios los que las conciben y las escriben. Pero al fin y al cabo, todos ponen sus obsesiones en ellas.

Se dice que el cine, por ejemplo, de Woody Allen, es de autor porque siempre habla de las mismas cosas que le preocupan: las relaciones personales, el miedo a fracasar en el sexo, los chistes de judíos, etc… En el fondo, no hace más que volcar en sus películas sus propias vivencias. A más de uno le sorprendería conocer que algunas series españolas, en concreto a la que se le acusaba de andar lejos de la realidad, estaba basada en las obsesiones y las vivencias del guionista que la concibió, escribió y coordinó sus guiones. Esto quiere decir que existen series de autor o autores en España. Y que todos, con nuestras vivencias personales, sobre todo en el campo de lo sentimental, ponemos nuestro granito de arena.

Para escribir tramas con verdad hay que VIVIR LA VIDA

Parece de perogrullo, ¿verdad? Pues os vais a sorprender. Volviendo a los Jacquemetton, el matrimonio apuntó que algunas de los problemas que detectan en los guionistas jóvenes es que sus tramas carecen de verosimilitud porque no escriben sobre cosas que ellos mismos han vivido de una u otra manera. Y esto quiere decir que antes de ponerse a escribir, hay que salir a la calle y disfrutar o sufrir la vida.

Ya apuntamos en este post que para ser un buen guionista había que escribir y leer mucho, pero también añadíamos que eso de nada servía sin una experiencia vital sobre muchos aspectos. Por este motivo, es una pérdida de tiempo ver todas las películas del mundo, devorarse la mayoría de las novelas, vivir pegado a series de televisión, si nosotros, de nuestro puño y letra, no tenemos experiencias que contar.

Hay que salir a comerse el mundo y luego estrellarte. Enamorarte y desenamorarte. Cometer infinidad de errores vitales. Conocer personas que te transmitan sus experiencias contadas por ellos mismos. Bailar, cerrar bares, no tener miedo a lo desconocido, estar abierto a las relaciones sociales, hacer un viaje solo por el mundo, intentar experimentar las situaciones nuevas que van desencadenando la evolución humana y tecnológica, visitar lugares diametralmente opuestos a nuestra área de residencia, salir de zona de confort, probar cosas nuevas…

En definitiva, vivir tu vida para escribir la vida de tus personajes.