Cómo gestionar las coincidencias en la trama de tu guion

A veces en la vida real nos ocurren coincidencias maravillosas. Llámalo momentos mágicos, caprichos del destino o movimientos de la Diosa Fortuna. El caso es que ocurren y mucho más a menudo de lo que nos imaginamos.

Te voy a contar una historia.

Como ya te comenté en un post anterior, estuve viviendo cerca de un año en Australia. Allí conocí a una chica brasileña muy mona en una academia de inglés. Me empecé a sentir atraído por ella, pero en aquel momento tenía novio. Una mañana coincidí con ella en la cafetería de la escuela y me comentó que se marchaba a vivir a otra ciudad australiana diferente. Pensé que no la volvería a ver, pero, por si acaso, nos intercambiamos los emails. Te estoy hablando del año 2001.

Al principio, muy al principio, intercambiamos algún correo que otro, pero, como tantas historias nonatas, desapareció.

Hasta que Al Qaeda atacó los trenes de Madrid el 11 de marzo de 2004.

Yo, como madrileño, me sentí muy afectado por los atentados, y, no sé por qué, decidí escribir un email en inglés a todos los amigos que había conocido viajando, explicándoles cómo nos sentíamos en Madrid. O, mejor dicho, cómo me sentía yo.

Me contestó mucha gente. Entre ellos, la chica brasileña, que ya estaba en Brasil. Retomamos el contacto y, unos meses después, en agosto, viaje a Brasil.

El plan previsto era recorrer el país con mi mochila durante cinco semanas y terminar la ruta en Sao Paulo, donde residía la chica brasileña de Australia. Ella me había dado su número de móvil y, nada más llegar, la llamé desde la cabina que estaba al lado de mi hostel, pero no contestó.

Entonces decidí ir a conocer la ciudad de Río de Janeiro. Estuve paseando por sus calles durante 7 u 8 horas. Regresaba por una acera hacia al hostel cuando, al pasar por la cabina que había utilizado por la mañana, empezó a sonar el teléfono.

Miré a un lado y a otro, por si alguien se percataba del asunto y, como nadie hacía nada, se me ocurrió que… ¿y si quien llamaba era la brasileña devolviendo la llamada perdida? Así que decidí descolgar el teléfono y al otro lado escuché la voz de ella.

Qué maravillosa coincidencia, ¿verdad? Cabría pensar que estábamos unidos por el destino. Qué peliculero, podrás pensar. Como para enamorarse… de la historia. Qué coincidencia más increíble, pensarías si lo vieras en una comedia romántica.

Esas cosas no suceden, pensaría el espectador de dicha película. Cómo se nota la mano del guionista, dirían los más listillos.

Y es cierto, muchas veces, la realidad supera la ficción. De hecho, casi siempre. Y es posible que si pones esta historia en tu trama rompas la suspensión de incredulidad del espectador.

A no ser que lo utilices de manera correcta.

Por qué no gustan al espectador determinadas coincidencias

Pues simplemente no gustan porque resultan inverosímiles. Y hay un dicho en el guion que dice que la trama tiene no tiene que ser real, sino verosímil.

La coincidencia más o menos descarada se ve como una violación de la ley causa-efecto.  La trama debe avanzar y algo tiene que ocurrir antes que justifique lo que pasa a continuación. Cada acción tiene su reacción lógica, comprensible y coherente.

Por eso se dice que para escribir un guion hay que tirar mucho de sentido común que, desde mi punto de vista, paradójicamente, es el menos común de los sentidos.

De esta manera, a base de causas y efectos, la trama va avanzando y el espectador entra en la historia como si fuera con vaselina. En cuanto vea algo que le resulte ilógico o increíble, se saldrá de la trama, de tu película, de la sala de cine o cambiará de canal si lo que está viendo es una serie. Es así. No hay más.

Por eso hay que cuidar siempre al máximo los detalles y, sobre todo, que no haya agujeros y todo esté justificado.

Una de estas coincidencias que resultan increíbles y que pueden arruinar una película es el famoso Deus Ex Machina. Se llama así cuando la trama de una película se resuelve al final con una casualidad. Cuando, por ejemplo, un policía resuelve el caso con la llegada de una prueba por arte de magia. Es ahí donde se ve la mano de Dios, que en el mundo del cine es el guionista, que mueve los personajes y sus acciones como si fueran marionetas.

Qué hacer con las casualidades si, aún así, tienes que meterlas

Es verdad que hay películas magníficas que tienen en su guion casualidades demasiado increíbles, pero que funcionan. Estoy pensando, por ejemplo, en algunas de Woody Allen, o en Los amantes del círculo polar, de Julio Medem. Esta última basa en las coincidencias su razón de ser.

Pero, repito, hay que ser cauto y si finalmente decides que tienes que meter esa casualidad maravillosa que se te ha ocurrido o que te pasó a ti, que es la clave para que tu película resulte mágica, entonces trata de someterte a las siguientes reglas:

1.- Sólo introduce una casualidad importante en la trama. Si tu guion está plagando de situaciones sin ton ni son sin la regla causa-efecto, los espectadores, los actores y el productor se te pueden echar a la yugular. Sin embargo, si sólo utilizas este recurso una vez, la cosa puede pasar desapercibida e incluso cabe la posibilidad de que quede resultón.

2.- Introduce la casualidad al principio de tu historia. Es decir, como hemos dicho antes, no la utilices para resolver la trama, sino para detonarla. De hecho, a veces la única manera de encontrar el desencadenante de una trama es la pura casualidad y, por eso, sí que está justificado. Recuerda, nunca un deus ex machina.

3.- Dicha casualidad tiene que estar relacionada con la motivación del personaje. Por ejemplo, volviendo a una comedia romántica, si un personaje se siente desdichado porque ha perdido el amor, una casualidad relacionada con su objetivo vital puede ser conocer a alguien de quien enamorarse.