
18 Mar Cómo crear un concurso de prime-time para televisión
Por LUIS MURILLO MORENO
Los concursos, como los informativos y las series, son un género eterno en televisión. Pueden pasar etapas de oscurecimiento, pero siempre vuelven a las parrillas, generalmente transformados y con más fuerza que antes. Por este motivo, cualquier creativo televisivo debe tener siempre en cartera un concurso, y unos cuantos más en proyecto. Son un género para el que los directivos de las cadenas siempre tienen puesto el anzuelo.
Lo primero a tener en cuenta en la actualidad para crear un concurso de prime-time es que éste debe estar unido a un reality, sea del tipo que sea. Hoy por hoy, triunfan en la parrilla, no los concursos «puros y duros», tipo ‘Atrapa un millón’, ‘El Precio Justo’, o ‘¿Quién quiere ser millonario?’, sino aquéllos que van unidos a un show de la realidad, es decir, al conocimiento de las vidas, milagros y habilidades de los concursantes. Hasta tal punto esto es cierto que hoy casi todos los certámenes son un mero pretexto para desarrollar un espectáculo.

Cada concurso se convierte en una guerra de personalidad entre los concursantes. (Foto: familymwr, de Flickr)
Crear un concurso de este tipo necesita contemplar dos aspectos fundamentales: la idea y la puesta en escena. Ambos elementos no son difíciles si se tiene una razonable dosis de imaginación y un poco de oficio. Intentaremos aportar algunos consejos devenidos de nuestra experiencia y, sobre todo, del sentido común y del análisis del panorama televisivo actual
LA IDEA
Han existido y existen infinidad de concursos, y dar con algo novedoso no resulta fácil. Tampoco, necesariamente, tiene que ser una idea superoriginal. A veces, basta con encontrar una variable sustancial a una idea ya existente. En la actualidad están de moda los concursos relacionados con el mundo de la cocina, algunos son muy parecidos, y aún así están triunfando a la vez. Por este motivo, una de las habilidades que pueden explotar los creativos es saber subirse con agilidad al carro de la moda. El problema, en estos casos, es llegar a tiempo.
Y para llegar a tiempo, la clave es generar dicha moda. Para ello, el creativo tiene que centrarse en buscar una idea que no exista en el panorama televisivo. En base a esta premisa, lo más lógico es acudir a los temas de actualidad y ver si se pueden convertir en materia de concurso. Empecemos por el maldito paro. No existe en pantalla ningún concurso donde el premio sea un puesto de trabajo indefinido. Sigamos con la mala fama de la clase política. No existe ningún concurso en pantalla que premie a los concursantes que tengan buenas ideas y capacidad de liderazgo para resolver los problemas de la sociedad actual. Y terminemos con el tema de la corrupción. No existe en pantalla un concurso para periodistas, aficionados o profesionales, que compitan ante la audiencia por un premio a la mejor denuncia, por supuesto con pruebas, de la corrupción política, económica o sindical.
¿Que los temas anteriores «no son televisivos»…? A lo mejor, pero yo no estaría tan seguro. ¿Alguien, hace muy escasos años, habría imaginado que unos individuos cocinando un «estofado de buey con patatas viudas a las gordas hierbas y salpimentado oloroso al jerez cream» podrían ser un bombazo televisivo? ¿O que una caterva de vagos encerrados en una casa pudieran romper los audímetros de la historia de la televisión…?
Casi todo puede ser materia de concurso televisivo, a condición de dar con el enfoque adecuado y aquí entra lo que hemos llamado antes la…
PUESTA EN ESCENA
Fíjense que no hemos utilizado la palabra «mecánica», algo consustancial a cualquier concurso, sino puesta en escena. O lo que es lo mismo, el lugar donde transcurre el certamen y el sistema eliminatorio. La «casa» en «Gran Hermano» es consustancial al programa, al igual que la gran cocina en los concursos gastronómicos. Y lo que «antiguamente» se llamaba mecánica, hoy queda limitado a ir eliminando concursantes por un jurado profesional o por un jurado formado por la audiencia.
Pero lo más importante de la citada puesta en escena radica en la selección de concursantes. En este tipo de programas, algo casi desconocido para el gran público, el casting suele ser la clave del éxito. Se invierte mucho tiempo y dinero en rastrear por toda la geografía española o de cualquier país individuos con personalidades que llamen la atención cuando se encuentren frente a una cámara. Estos concursos necesitan participantes que «den juego», y aquí entran los equipos de «ojeadores» formados, entre otros profesionales, por psicólogos muy curtidos en estas lides.
EN RESUMEN
Un concurso de prime-time, en la actualidad, debe centrarse en un reality con participantes perfectamente seleccionados para que se ganen el favor u el odio del público, que «tanto monta, monta tanto». Es decir, que se hagan populares por sus virtudes o bien por sus defectos. Porque lo importante, a diferencia de los concursos tradicionales, no es lo que ganen, es decir, el premio, sino quiénes ganan y cómo lo consiguen.
En el mítico Un-Dos-Tres la clave era saber si los concursantes conseguían el coche o la calabaza. En El Precio Justo, si se llevaban el escaparate o no. Hoy en día, en MasterChef, la clave no es saber quien se llevan cien mil euros, sino la personalidad del ganador.
El problema, el grave problema, el gravísimo problema para los creativos españoles, no es desarrollar un concurso-reality, sino venderlo. Presentar un formato de este tipo en papel o en power-point al responsable de entretenimiento de una productora o de una cadena, resulta casi una osadía porque tienen encima de sus mesas decenas de dvds con este tipo de programas «que triunfan en todo el mundo». Desgraciadamente para los creativos, para un responsable de programación es más fácil ver un formato que imaginarlo.
Pero no desesperemos. Crear y vender un concurso de day-time es mucho más fácil. Y de ellos hablaremos la próxima semana.