
10 Ene Amar la trama más que el desenlace
Es la letra de esa maravillosa canción de Jorge Drexler titulada ‘La trama y el desenlace’ y que agarra los términos de la técnica narrativa y del guión para hacer una maravillosa metáfora de la vida.
Ir y venir, seguir y guiar, dar y tener, entrar y salir de fase
Amar la trama más que el desenlace
Amar la trama más que el desenlace
¿Qué pasaría si nos lleváramos este delicioso estribillo de nuevo al mundo del guión?
Pues que me dirás… ¿No dices tú siempre que el desenlace es una de las claves de una película? ¿El que hace que una historia quede para el recuerdo?
Sí, sí, te lo dije sin ir más lejos en este post en el que te hablo de los tres consejos de guión que le dio Chicho Ibáñez Serrador a mi padre cuando lo conoció.
Y sí, he escuchado a muchos guionistas últimamente hablar de que comienzan a escribir sin saber a dónde van, es decir, sin haber decidido todavía el final, para ir descubriendo el proceso casi al mismo tiempo que los personajes.
Yo no opino igual. Como le doy mucha importancia al final, creo que, una vez armas la trama, debes saber cómo vas a terminar, porque hacerlo de una manera o de otra te obliga indefectiblemente a tomar unos u otros caminos en el desarrollo de tu historia. Es decir, me gusta escaletar de atrás hacia delante. Saber cómo empiezo y cómo termino… y, a partir de ahí, ver por donde puedo transitar hasta llegar a buen puerto.
Pero dirás… ¿por qué escribe este otro post para decirme cosas que ya me ha dicho?
Pues no, porque en realidad no he tomado la letra de la canción de Jorge Drexler para hablar propiamente del desarrollo de una historia, de la escritura de un guión, sino extrapolar esa expresión la vida del guionista. Y, por extensión, a la de cualquier persona.
La vida del guionista es muy dura si no estás en la primera división o en los puestos Champions. Te llevas muchos chascos. Puede que nunca logres vender un guión o un proyecto. Que de los varios que desarrollas salga uno o ninguno. O, a lo mejor tiene ser suerte y logras que un guión tuyo se lleve a la pantalla. Ahora toca que te guste primero a ti el resultado, si el director ha sabido captar y convertir esas secuencias a imágenes con criterio. Y, luego, por supuesto, que la obra tenga éxito, que sea vista por mucha gente. O que tenga éxito de crítica y haya más elogios que lo contrario.
Son muchas circunstancias las que se tienen que dar para que esto se produzca.
Por eso hay que amar la trama más que el desenlace.

¿Qué quiere decir esto?
Que disfrutes de inventar historias, que le pongas pasión y lo goces, que te esfuerces en cada palabra, en cada diálogo, en cada descripción de la acción, que trates de ponerlo todo en imágenes, que lo des todo para lograr entrar en contacto con un productor, con una cadena. Que, además, te presentes a las convocatorias. Que aprendas a venderlo en un pitch y cada uno que hagas sea mejor que el anterior. Que aprendas a gozar todo el proceso, desde la escritura hasta la venta, sin tener en cuenta el desenlace. Es decir, si lo vendes, si se hace, si tiene éxito y si no lo critican con poca piedad.
Porque muchas veces, el desenlace no importa y lo que sí importa es haber disfrutado la trama con todo lo que has aprendido en el camino.
Y si luego, todo lo demás sale bien, pues a gozarlo. Pero, eso sí, sin alardes.